11.8.05

|·T·P·5·|·by·ME·|

Regreso al punto de partida. Pero el ascensor no viene y retarda mi llegada. Una mujer se para a mi lado. Su cara es fresca, limpia. Esparce por el ambiente cierto dejo primaveral. Parece feliz, ¿pero lo es? La luz del techo se refleja en su cuello. De él cuelga una cadenita con tres niñas doradas: sus hijas. Ella mantiene su sonrisa lavada. Su cuerpo muestra marcas de sus embarazos. La carne cae, las venas se asoman y la piel forma diferentes relieves. Pero sigue sonriendo y no comprendo. Busco vanamente un anillo en su dedo anular; encuentro sólo un desconcierto aún mayor por su aparente felicidad colosal. Pero descubro que en el fondo es igual a mí. Vive como yo, sufre como yo, muere como yo. Mi boca esboza tímidamente una sonrisa. Me siento superior, grande, real. Miro a esa mujer primaveral y veo su vida destruida por amar y haber perdido. Veo su velo de felicidad ocultando su verdadero sentimiento de desilusión. Bajamos en el último piso. Ella arrastra sus pies, cansados, pesados. Se aleja por el oscuro pasillo. Aún escucho su ritmo asqueante. Vuelvo en mí. Continúo mi destino y llego a la terraza. Siento el violento viento despeinando mis ideas. Miro hacia abajo y en el pasto puede verse su sonrisa y sus melancólicos ojos. Y río a carcajadas, por mí, por ella, por su vida. Me siento con alas, libre. Y creo que puedo ver volar. Miro nuevamente su tristeza maquillada. Regreso al punto de partida.